Suraresdan para mí siempre fue una tierra mágica. Mi madre me contaba historias de frio y agua, de amor y de gloria, de héroes y buena gente. Cada calle, cada olor, cada palabra, esta ciudad vive en mi desde antes de nacer. Aquí empezó mi historia por eso aquí comenzara mi viaje. Soy Kirill Laazard, tengo 19 años y viaje desde el otro lado del mundo para buscar mi origen, para conocer mi propósito, para dejar de ser un niño y convertirme en un hombre.
Vandemira, mi tierra natal, fue fundada hace 400 años por un grupo de colonos que buscaban escapar de las terribles condiciones en las que vivían e Gea. Contra toda lógica tomaron sus barcos y se lanzaron al mar en busca de una tierra mejor con la única guía de su fe en la diosa Arh. El viaje de casi 10 años les sirvió para convertirse de un grupo de colonos temerosos en una comunidad de valientes marineros, artesanos, guerreros y sabios. Cuando arribaron al archipiélago de Vandemira vieron en sus aguas azules y claras y en la belleza del paisaje un mensaje de la diosa de la Luz.
A diferencia de otros lugares que he conocido por libros, en Vindemira no existen reyes o nobles, vivimos bajo un orden cooperativo, donde cada uno ha sido educado y tiene una función. En Vandemira todos los habitantes tienen acceso a educación y salud gratuita brindada por la ciudad misma.
El gobierno de la ciudad es dirigido por los herederos de las casas que se lanzaron al mar hace 400 años. Los Vinderoos, hijos de la luz y del viento, marineros y artesanos, los Derken, que tienen fuego y luz en su sangre, son los protectores de Vandemira y portan la espada de El Guardián y los Laazard, mi familia, cuya sangre ha sido de luz pura muchas generaciones hasta que llegue yo. El lugar de los Laazard siempre ha sido los organizadores y comerciantes, somos la amalgama de la ciudad. Cada generación los herederos de las casas brindan 30 años de servicio a la ciudad ocupando su puesto dentro del triunvirato que lidera Vandemira. Luego de ese tiempo, serán sus hijos quienes los sucedan.
Hace 23 años el triunvirato organizo una expedición hacia la isla Mianna seducidos por los informes de riquezas y posibilidades de negociar. A la cabeza de la expedición irían los tres herederos de las casas, Anaj Laazard, mi madre, Elzan Vinderoos, mi tutor y Arem Derken, heredero de la casa de fuego. Tras 3 años de travesía, solo regreso la mitad de la flota que había sido enviada y cada uno de los sobrevivientes había cambiado de alguna manera. La misión había sido un desastre y los informes decían que, de establecer una ruta constante hacia Mianna, esta no duraría demasiado debido a la baja rentabilidad. Aun así todos los que volvieron contaban cosas maravillosas de la isla del Clan del Agua.
Elzan Vinderoos, capitán de la expedición con solo 25 años, había conocido y se había enamorado de una enigmática maga de agua, Merina, que había decidido dejar su tierra y viajar con su amor. Mi madre también había conocido el amor en Mianna. A pocas semanas de embarcados en el viaje de regreso descubrió que estaba embarazada. Cruzo el océano con un bebe creciendo dentro de ella. Nací a las pocas semanas de regresar a Vandemira para alegría de mi abuelo. Mi madre jamás dijo quién era el padre, ni su nombre ni su posición. Lo mantuvo en secreto incluso para mí. Aun así, en muchos de sus cuentos sobre Mianna lo caracterizaba como un caballero, el ideal de un noble, de grandes principios y sueños de igualdad y7 grandeza. Un modelo perfecto de lo que ella quería que yo fuera. Incluso en mi nombre, Anaj quiso marcar un camino en mi destino. En el idioma de nuestros antepasados Kirill significa Noble pero no por título sino por comportamiento.
Crecí en la casa de mi abuelo. Él era un hombre firme y seguro pero amable con quien lo merecía. Recuerdo que siempre tenía la palabra justa y yo lo miraba fumar su pipa y escribir en el balcón de su habitación. Aun hoy, esa imagen es la que deseo para cuando llegue a la vejez. Mi abuela había muerto en el parto y Earl debió criar a mi madre con la ayuda de las sacerdotisas de la diosa Arh. Logro balancear sus deberes como miembro del triunvirato y como padre. Mi madre, llegado el momento debió hacer lo mismo y ella también conto con ayuda para criarme. Elzan y Mirena se habían casado y ella había quedado embarazada al poco tiempo. Pero la Mianna jamás había olvidado su tierra y se sentía triste en Vindemira. Luego del nacimiento de Onami, su hija, Mirena comenzó a desvanecerse, a convertirse en un fantasma en vida que vagaba por la casa Vinderoos. Un día la encontraron flotando en la bahía. Para ayudarlo a salir adelante, mi madre nombro a Elzan como mi tutor y asumió la tutela de Onami. Se mudaron a nuestra casa y desde que tengo 3 años, Elzan ha sido lo más parecido a un padre.
El tiempo paso, Onami y yo crecimos como hermanos. Cuando cumplimos 10 años nuestros padres, que debían ocupar sus lugares dentro del triunvirato, decidieron enviarnos a la Academia de Brinder en la Isla Esperanza. A esa academia habían asistido nuestros padres para recibir la educación y disciplina que después demostrarían como líderes de Vandemira. Así que hasta allá partimos a pasar los próximos 6 años de nuestra vida sin más familia que el uno al otro y los amigos que lográramos hacer.
Alain Brinder-Laazard III actual director de la academia era primo de mi abuelo y tenía fama de haber recorrido el mundo varias veces. Había sobrevivido a la expedición a Mianna de la que se trajo una horrible herida en el ojo. Ahora, retirado de la aventura, había tomado control de la academia y le había dado una nueva impronta, más práctica que teórica. Había contratado nuevos profesores, todos con amplia experiencia en las áreas que debían enseñar. Silma Kener-Derken había trabajado como consejera y asistente del triunvirato durante los últimos cinco años del gobierno anterior y Aillen Garl-Linderoot era una maga especialista en agua que había estudiado las técnicas Mianna gracias a los libros que el mismo Brinder había escrito.
Siempre fui algo temperamental, en especial cuando veía alguna injusticia, es como si dentro mío vivieran lo bueno y lo malo de la luz. Pero en los primeros días de clase ese carácter me permitió conocer a mis mejores amigos. Todo comenzó una mañana cerca del invierno. Como todo Mianna, Onami amaba el frio y le gustaba caminar descalza por el pasto húmedo, escarchado. Aprovechaba la hora más fría del día, decía que eso la ponía en contacto con su mama. Esa mañana Onami había salido temprano y estaba recorriendo uno de los parques exteriores cuando un grupo de estudiantes más grandes que nosotros comenzaron a burlarse de ella y de su madre llamándola salvaje. Onami intento pegarles y uno de los muchachos la golpeo con una piedra en el ojo, haciendo que lo pierda en el instante. Escuche los gritos de dolor desde mi habitación y sin dudarlo salí a buscarla. Cuando llegue al lugar Onami estaba de rodillas y la sangre había manchado la nieve a sus pies. Los muchachos se reían estúpidamente. No pude evitar lanzarme sobre ellos pero eran más y pronto estaba en el suelo siendo golpeado. En ese momento escuche otros gritos, insultos, y vi de reojo a un grupito de cuatro que estaba invitando a pelear a los grandotes. Eran tres muchachos y una niña. Sin esperar respuesta, se lanzaron contra los que nos agredían y comenzaron a golpearlos. Yo me incorpore y solté toda mi furia sobre uno de los tipos que la niña había logrado confundir. Aun así éramos muy chicos y sus golpes más pesados. Tanto me habían golpeado que estaba casi inconsciente cuando vi a Onami incorporarse, con la cuenca del ojo vacía y convocar con sus manos el agua que componía la nieve. De la nada la nieve se elevó del piso y, como discos filosos, fue a dar contra los tipos que nos golpeaban cortándolos en miles de lugares, haciéndolos retroceder. Su grito de furia alimento nuestro coraje y os lanzamos a perseguirlos. De no ser por la intervención de Brinder quizás hubiéramos hecho una locura. Los tipos fueron expulsados y nosotros formamos lazos que nos unirían para siempre.
Ahora éramos siete. Onami y yo; Argiel y Denari Derken eran hermanos e hijos mellizos del difunto Arem. Habían nacido mientras el moría en Mianna. Eran fuertes e inteligente, con el cabello color carbón como todos los hijos del fuego que conozco; Trista y Keila Laazard- Akun, eran parientes míos pero lejanos. Se decía que su familia había cruzado la sangre con el Clan de las Sombras y eso había creado una extraña combinación en los herederos; y por ultimo Jeckal Desirel, hijo de uno de los comerciantes del gremio y el único miembro de la academia que no pertenecía ni por parentesco a las casas. Jeckal había llegado a la academia porque Brinder lo veía como un excelente prospecto, un aventurero nato, inteligente y pícaro. Todos estábamos lejos de nuestros padres y encontrábamos en el grupo el calor familiar.
Los años pasaban. Argiel y yo éramos inseparables. Estudiábamos juntos, practicábamos juntos, hacíamos travesuras juntos. Lo único que no compartíamos eran las clases de arquería porque Argiel no tenía la paciencia para soportar el entrenamiento del profesor Keitan. El instructor nos llevaba a la parte rocosa de la costa norte de la isla y nos hacía pararnos sobre las rocas donde golpeaba el mar furioso. Debíamos tensar el arco sin pensar en nada más que en él y en el objetivo. "Nada más importa. Solo tú y el blanco". Era difícil cuando escuchabas el mar rugir a tus pies, el agua bañándote una y otra vez. Aun así disfrutaba de ese entrenamiento porque me ayudaba a enfocarme, era el lado de la luz que si debía mostrar. La tranquilidad, la claridad de pensamiento y acción. Esa es la luz que ilumina.
Pero la luz a veces parpadea con la mver a su padre y yo a mi madre. Algo había cambiado. Anaj parecía más oscura. Su cabello blanco, sus ojos grises estaban cubiertos por nubes de lluvia. Una y otra vez me negó que algo estuviera pasando pero yo tenía 16 años, estaba a punto de egresar en la academia y estaba decidido a averiguar que había puesto así a mi madre. A pesar de pasar gran parte del tiempo investigando solo pude averiguar que era algo relacionado con el comercio de la ciudad y unos extranjeros que habían estado en el sur de Vandemira durante el otoño.
Hacia finales del verano, a un mes de volver a la academia, recibí la invitación de la familia de Trista y Keila para visitar su casa en las islas del norte. Viaje durante algunos días y por fin llegue al palacio de las sombras, como justaba llamarlo al dueño de casa. La residencia no era para nada parecido a Vandemira, era oscura y lúgubre. Me parece que se habían tomado demasiado en serio eso de tener sangre de sombras. Como sea, esas semanas descubrí a Keila. Habíamos vivido juntos casi 6 años y no me cuesta decir que fue recién en ese ambiente tan desagradable que su belleza se convirtió en un oasis. Caminábamos por la costa aprovechando el sol y a la noche mirábamos las estrellas desde los techos de la mansión. Fue mi primer beso, mi primera caricia. Su cuerpo a la luz de la luna, despojado de todo resto mundano era puro y eterno como nuestro amor.
Volvimos a la academia para nuestro último año. Al final del año debíamos elegir cual sería nuestro "Viaje". El fin de año era lejano y yo solo quería que las clases terminaran para perderme en mío amor y en sus besos. En el invierno Keila y Trista fueron llamados por su padre y debieron abandonar la academia. El tibio clima del comienzo de la primavera se convirtió en hielo. Las cartas de Keila me hablaban una y otra vez de lo mal que estaban las cosas en su casa, luego dejaron de llegar y por ultimo solo una invitación. Keila se iba a casar con alguien del continente. Frio. Necesitaba estar solo. Todo mi mundo se venía abajo. Como podía pasarme esto a mí? Que había hecho mal? Cuanto hacia que lo conocía? Me había engañado? Me había mentido? Sangre de sombras... Estupideces que me hicieron perder noción del tiempo y de la realidad. Pasaba horas solo trabajando en el arco que me permitiera explotar todo lo que había aprendido y probándolo disparando flechas al oceano. Onami y Argiel estaban preocupados y se comunicaron con mi madre. Ella y Elzan vinieron a la academia de visita y recuerdo cada palabra que me dijo porque desde ese entonces entendí que quería de mi vida
"El hombre tiene ciertas formas de ir por la vida. La forma de la naturaleza y la forma de la gracia. Tiene que elegir cuál de las dos seguir. La gracia no intenta complacerse a sí misma, acepta que la echen a un lado, olvidada, rechazada, acepta insultos y heridas. La naturaleza solo intenta complacerse mientras agota a los demás. Trata a los demás con prepotencia, tiene sus propias formas, encuentra razones para ser infeliz con todo el mundo brillando a su alrededor con el amor sonriendo a través de todas las cosas. Nos enseñaron que nadie que amara la forma de la gracia tiene un final feliz. Aun así, si decides seguirlo, estaré contigo, pase lo que pase."
Algo cambio dentro de mí con cada palabra. Era lo más sincero que escuche en mi vida. Lo masa bello y lo más esclarecedor. Mirando tras el cristal de sus palabras vi un mundo distinto y comprendí que debía hacer algo. Pero para ayudar a los demás, primero necesitaba conocerme a mí mismo y en especial, mi origen.
La tradición de "El viaje" se había impuesto en la cultura de Vandemira como un homenaje que los jóvenes debían hacer a los colonos que habían luchado por un futuro mejor. Era el ritual que marcaba la mayoría de edad y, aunque en la actualidad solo hacían viajes intelectuales, investigación, desarrollo de ideas o modelos, yo decidí iniciar un viaje más personal que me llevaría a conocer mi padre.
Pase el siguiente año recopilando información de Mianna, de la expedición que había llevado a mi madre al otro lado del mundo, mientras tanto ella se volvía más oscura, sus cuentos de hadas sobre la isla se habían plagado de fantasmas y cosas malignas y ya no hablaba de su caballero. Elzan era el único que sabía quién era pero también había jurado jamás nombrarlo como si el solo hecho de hacerlo desatara una serie de desastres mitológicos pero al menos Elzan nombro, casi sin querer, el nombre de Arthur y yo atrape el dato y lo guarde.
Una semana antes de partir, mi madre, resignada tras intentar hacerme desistir miles de veces, me entrego una carta y me dijo: "Debes entregársela a Artrun Illiades en Suraresdan. Es lo único que te pido. La luz sirve para iluminar pero si la miras mucho tiempo, te puede cegar". Luego de decir esto me dio la espada con la que había viajado a Mianna la primera vez, me beso la frente y se fue. No la volví a ver en toda la semana.
Hace 7 meses partimos del puerto de Vandemira. Elzan había retomado el control del Aurora II, nave insignia de nuestra flota, para este viaje en particular y entre su tripulación se habían enrolado mis amigos Onami, Denari, Argiel, Trista y Jackel. Su viaje seria llevarme a la isla de los Nuevos Nacidos. Pero una vez en la costa debía construir mi destino, debía encontrar mi origen, debía entender mi propósito. Este es mi viaje.
Kirill Laazard
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Vandemira
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Vandemira desde el aire
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Vandemira desde la bahia
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Anaj Laazard (Madre) a los 19 años
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Capitan Elzan Vinderoos (Tutor de Kirill y padre de Onami)
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Argil Derken (Amigo de Kirill)
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Onami Vinderoos (Amiga y hermana de la vida de Kirill)
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Keilen Laazard Akum
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