The prince, the knight and the squire (PJ Brandon; PNJ Griselda, Adam)

Brandon estaba atribulado, lleno de confusión y angustia, por todo lo sucedido el día anterior además de lo que le había dejado su encuentro con Samantha. Decidió salir a explorar el ensueño, como era su costumbre y “oficio”, para despejar su mente; en el agitado estado emocional en el que estaba no iba a poder pensar con lucidez (cosa que le iba a ser muy necesaria). Se cambió a ropas más adecuadas a su empresa en mente para perderse entre las montañas, los bosques, los lagos, y demás escenarios que rodeaban el castillo, dejó que sus pies le condujeran al ensueño y de ahí perderse en la búsqueda de senderos por conocer
Las deliciosas luces que bailaban con las misteriosas sombras le remarcaban su arribo a los reinos de fantasías delirantes y sueños estrambóticos que tanto amaba estudiar. Se adentraba por los caminos sin importarle por donde lo llevaban, despreocupadamente, así era la mejor manera de recolectar erudición sobre algo tan cambiante como el ensueño. Caia la noche cuando Brandon decidió parar; la luz de la luna le hizo darse cuenta de varias cosas, como del paso del tiempo o donde estaba. Otra vez lo habia engañado la percepcion del tiempo, no sabia cuanto habia caminado pero tenia mucha hambre. Junto del aire un poco de agua para calmar sus ansias un poco, tras lo cual trató de encontrar comida (sin mucho exito...)
Estaba buscando un lugar para pasar la noche cuando escucho unos ruidos raros (por lo menos para oírlos en medio del bosque). Era el llanto de un niño pequeño oculto detrás algún árbol lo que oía, al cual empezó a buscar, un troll infantil bastante joven. Le pregunto, al encontrarlo:
-Buenos días, niño. No temas, vengo a ayudarte ¿Qué es lo que te sucede, cual es el problema? Cálmate que todo está bien
-Estoy bien... solo estoy perdido-
-¿Te gustaría que te ayude volver a casa?
-No estaba en casa, estaba trenando. Mi maestra debe estar muy preocupada
*mmm, ahora sí que no me puedo resistir. TENGO que saber quién y cómo es esta “entrenadora” * -Seguidme que yo sé cómo encontrar el camino que hiciste hasta llegar hasta aquí-
Le sorprendió que estuviera solo a unos pocos minutos el comienzo de la senda marcada por pasos del pequeño, pero así es la azarosa naturaleza del ensueño. Ese sendero terminaba en una cueva; en la entrada de la misma se veian dos figuras de mediana estatura, más una mucho más alta la cual supuso que era la “entrenadora”. Llamó al fuego para que iluminara el lugar debido a la falta de antorchas en el lugar. Lo que no esperaba que la entrenadora fuera una troll de tan aplastante belleza que hizo que su corazón rebosara de glamour. Estaba tan sobrecogido por su hermosura que no se dio cuenta le estaba apuntando con una espada…

Los caminos de Ensueño eran complicados, allí nacían todas las quimeras provenientes de los sueños, y las pesadillas por supuesto, de los habitantes del mundo. El Ensueño no era un lugar fácil de transitar, incluso los más expertos podían llegar a perderse si se adentraban en las nieblas. Por eso Brandon siempre seguía el camino de plata y rara vez se aventuraba fuera de él. Cuando estudiaba el Ensueño prefería hacerlo en locaciones conocidas, y dentro de los límites de la Ciudad del Cielo. Pero esta vez su camino lo llevó más lejos. Estuvo quizás poco tiempo en el Ensueño, pero fueron varios días en el mundo conocido. Era lógico que cuando saliera del camino de plata el hambre lo molestara de esa forma. No solo tenía hambre, sino también sed, pero el niño lo distrajo, su preocupación por él lo llevó a querer ayudarlo a regresar a su hogar, con su entrenadora. Sin embargo, su entrenadora que estaba cerca le puso la espada al cuello sin mucha contemplación.

Griselda se sorprendió de ella misma, no era algo que soliera hacer, aunque su maestro siempre le decía que era demasiado amable... pero estaba bastante preocupada por el pequeño así que ni siquiera lo pensó, levantó la espada y la dejó a pocos milímetros de la garganta del desconocido, y apuesto, joven.

-Estas son las tierras del Conde Declan Ap Dougal, diga su nombre y el motivo de su visita o tendré que llevarlo prisionero a la Ciudad de la Tierra.

El niño miró toda la situación confundido, sabía que se había alejado sin permiso de su maestra. Ahora parecía ser que el muchacho viajero estaba en problemas por su culpa... No, Griselda era amable, no iba a hacerle nada sin tener pruebas primero. Por suerte no se había encontrado con otro de los soldados.
Brandon sabía que traspasar las tierras de un reino sin avisar de su llegada, y más siendo de la familia real no era algo que la buena etiqueta aprobara, sin embargo no decir su verdadero nombre en esa situación también podía ser peligroso.
Había sido muy imprudente en caminar por el Ensueño sin tener una clara noción de donde podía salir, pero su mente estaba demasiado angustiada y confundida como para haberse percatado de la etiqueta. Además, jamás pensó que habían pasado tantos días afuera.

*mierda, ¿tan lejos llegué? y aparentemente estoy en el reino ruiseñor... Mejor saco mis "refinados" modales, ya que no me acuerdo como estan las relaciones entre nuestros reinos...*
Se bajó la capucha del todo, para poder revelar toda su belleza sobrenatural y poder contar con alguna ventaja apaciguadora
-ehhm..., aaah..., mmm...- estaba todavía atónito por la dulce figura que presentaba esta doncella con voz de miel. Estuvo unos segundos para poder decir algo que no fuera "si, llevame y haceme lo que quieras" ya que no le parecía buena idea actuar como un plebeyo y menos en estas circumstancias
-Disculpeme por aparecerme tan de repente, pero vine a devolver este niño perdido que encontré en el bosque. No era mi intención ser un intruso en sus dominios...
-ah, por cierto soy el principe Brandon Ap Eiluned. ¿Tendría algo de comida para darme?

¿El príncipe del reino vecino? Había estado en una reunión de la corte con su maestro hacía tres años y el príncipe era solo un niño... como ella, claro, el tiempo había pasado y ya no era un niño... era un joven muy apuesto... pero era él no había duda. ¡Le había apuntado con la espada al Príncipe del Reino de las Mariposas! ¡El hermano de su rey!
Bajó la espada precipitadamente y clavó la rodilla en tierra.

-Lo siento mucho mi señor, perdone mi falta de modales... No lo reconocí y no sabía que se dirigía hacia aquí o hubiera enviado unos guardias a recibirlo.

El niño imitó a su maestra y también clavó la rodilla en tierra. Acto seguido se levantó y se dirigió hacia su bolsa de viaje en donde tenía provisiones. Su maestra totalmente avergonzada seguía con la rodilla en tierra esperando que le dieran órdenes de pararse.

-Quizás no sea comida para un príncipe, pero es comida- dijo el niño y le acercó pan y queso.

*NOTA: el nene es más grande, voy a hacer unas correcciones a tu post inicial, habla bien y parece bien educado, tendrá unos 8 años de edad.*

-no, no disculpeme usted milady, ni yo sabia que me estaba dirigiendo para aca o si no hubiera mandado unos guardias a que se la lleven para mi castillo jajajajajja. Por favor, no se ofusque era broma! solo un chiste, no lo decia en serio.

se arrodilló para tomar el pan y el queso que le ofrecia el infantil troll, le levantó la cara, lo miró a los ojos y le dijo
-cualquiera que rechase comida debido a su status es un idiota despreciable. Dime tu nombre niño, y te mandaré los mejores quesos y los mejores panes que haya en mi reino.
tras lo cual, se dedicó a comer avidamente los ofrecimientos que había recibido

Griselda no entendía bien como debía dirigirse al príncipe, él le hacía bromas como si nada hubiera pasado, pero ella sabía que sus modales habían sido pésimos, incluso podían haberla acusado de traición por haberlo apuntado con una espada... pero sin embargo él parecía comportarse como uno más, no como un noble de alta alcurnia. Al menos eso parecía... pero no podía arriesgarse, tenía que tener cuidado y no ofender al señor, o iba a estar en problemas.
Adam sin embargo parecía saber bien que hacer en esos casos, o al menos parecía entenderse con el príncipe... no iba a hacerle mal aprender a tratar con nobles.
Se levantó del suelo y enfundó la espada, iba a ser mejor bajar la guardia por un rato.

-Mi nombre es Adam, soy el escudero de Lady Griselda Ap Dougal- dijo presentándose él y presentando a su vez a su maestra.

La bella troll hizo una reverencia como correspondía realizarla ante un noble. La etiqueta no era lo suyo definitivamente pero sabía lo básico como para comportarse en una corte.

La mujer estaba notablemente tensa. Seguramente por apuntale con el arma, aunque no sabia por que eso era terrible. No era la primera vez que se había encontrado en esa situación, con resultados mas violentos como cuando se acostaba una vez con alguna sidhe de temperamento volátil y después se acostaba con otra mujer, la primera enloquecía reclamando algún derecho; mejor no decir nada de eso, no quería arruinar sus chances con esta atractiva dama que por demás de bonita, era amable, noble, tenia mas modales de los que el tendría jamas (quizá hasta le podría pedir que le enseñase algo de eso...) y si podia tratar con niños, no podria ser tan mala.

Al terminar su cena, se limpió, se paró y se dirigió a deliciosa troll que tenia enfrente
-Milady, todas estas formalidades ya me están molestando. Dejemos los modales de lado y cuénteme que le enseña a este muchacho-
-Lo que es mas, me ofrezco a ayudarle con lo que necesite, si me acepta

Claro, típico de varios nobles, para ellos la formalidad no era nada, pero después los que tenían problemas eran los plebeyos... Aún así se quedó mirando al muchacho más de lo debido y más de lo que era prudente, tal era su belleza que podía encandilar a cualquiera, incluida a ella que no se dejaba encandilar por ningún muchacho...
Mientras él comía tuvo tiempo para volver a ser ella misma, estaba frente a un príncipe y así debía comportarse.

-Adam es mi escudero, le enseño las técnicas de combate básicas por el momento. Además está aprendiendo etiqueta, historia y geografía. Agregaré más materias en cuanto esté más preparado.

Griselda pensó que no era buena idea que él la ayudara con nada, por el simple hecho de que era mejor no relacionarse con alguien tan lejos de su alcance.
Adam se quedó mirando orgulloso a su maestra.

-Lady Griselda es la combatiente más joven en el ejército del señor Declan. Fue nombrada hace solo unos días, entonces solicité que sea mi maestra y ella aceptó.

Griselda lo miró como diciéndole que ya era suficiente información por el momento.

-Tengo que informar sobre su visita, por favor, acompáñeme- le dijo y empezó a avanzar por el bosque.

*Esto se pone cada vez mejor. No solo pude detectar esa mirada embelesada que suelen tener las mujeres al mirarme (por lo menos las mas jóvenes), sino que también es una rebelde, por lo menos en el sentido de las edades que manejamos las hadas, por demás humilde. ¿tendrá algo de malo o es puras bondades esta mujer? Verdadera y literalmente no puedo creer que una mujer así exista...* En ese momento su corazón se empezó a sincronizar con su alma de la corte luminosa, que empezó a destellar de manera débil al principio pero muy evidente par alguien con las percepciones sintonizadas a ese tipo de espectros. Empezó a seguirle los pasos para no molestarla mas por lo rigida y tensa que se notaba

-Le pido disculpas por mis faltas al debido protocolo y mis, quizá, despistadas atenciones. Es que quede atónito ante su magnifica belleza- dijo casualmente, sin darle importancia, y sin darle tiempo a responder declaró- Entiendo que se preocupe por mi seguridad como miembro de la casa real y lo acepto, pero, en la medida de lo posible, no me trate mejor que a un plebeyo por que , en definitiva, no soy nadie importante...- de pronto, se empezaba a caer la fachada de galantería que había mantenido para caerle simpático así no le atravesaba la garganta. Un tipo de honestidad y sinceridad le florecían que rara vez tenia excepto, quizá, con Samantha que sabia sacar lo mejor de cada persona con la que se encontraba

Con un tono de seriedad y melancolía sombria, comenzó a decir -Estoy preocupado por el destino de mi sobrina. Me aterra que mi hermano le pueda pisotear los sentimientos a su hija por un beneficio político.- mientras pronunciaba estas palabras su semblante feerico refulgía con el ardor de alguien que cree en el amor que supera cualquier barrera- Les agradecería a cualquiera de los dos una nueva perspectiva, en la que me cuenten algo que probablemente me este evadiendo. Por ejemplo, Adam, ¿que puedes contarme entre las relaciones entre nuestros reinos?

Griselda empezó a avanzar por el bosque hacia la torre. La misma era tan alta que aunque los árboles del bosque cubrían bastante la visión no llegaban a taparla. Nadie estaba seguro de cuántos pisos y cuántas habitaciones tenía, se decía que a veces aparecían incluso habitaciones nuevas y pisos enteros nuevos. Realmente era la pieza de arquitectura más increíble de las realizadas en el mundo. Los planos los tenía el señor bien guardados bajo muchas llaves, en caso de que alguien quisiera intentar la locura de tomar la torre no iba a tener idea de sus reales dimensiones.
Se quedó pensando en la historia y su torre, para no pensar que estaba caminando al lado del apuesto príncipe. Se había sonrojado cuando le dijo que era linda, y eso ya era de por sí un error. Y además él seguía diciendo que no era importante cuando todos sabían muy bien el rango que ostentaba (aunque él no quisiera reconocerlo)
Su sobrina... la princesa Samantha, no tenía idea de que su padre hubiera arreglado nada para su matrimonio pero los rumores eran bastante fuertes. Se decía que la idea era que Lord William la desposara y entre ambos fueran el próximo Rey y Reina. Eso uniría los dos reinos y haría más fuerte la presencia de la Corte Luminosa. Samantha y él se llevaban muy bien y eran muy amigos desde hacía años, la había visto varias veces recorrer el dominio junto al hijo del señor. Aunque ella no era quién para opinar en esos asuntos de importancia política, así que no dijo nada.
Adam que iba caminando a su lado, contestó como si estuviera recitando una lección aprendida:
-Las relaciones entre nuestros reinos son muy buenas. El Rey Landon es amigo del Conde Declan desde que eran pequeños. Apenas el Rey tomó el poder le ofreció a su amigo el gobierno de la Torre. El Conde Declan aún así se ganó con creces ese puesto, siendo que fue el que lideró el ejército que arrastró a la Corte Oscura hacia el norte. La batalla definitiva y que dio por ganada la guerra se llamó "Batalla en los campos de la luz". Eso fue hace poco más de quince años. El final de la guerra se declaró el 31 de octubre en Samhein, el mismo día que nació la princesa Samantha. Se podría decir que las relaciones entre ambos reinos son buenas desde siempre.

-Eso es justo lo que temo. Que decidan por ella en un aspecto que afecte a su alma (no estoy diciendo que ya lo hayan decidido) y que ella sufra...pero estoy desvariando, descargando mis pesares en ustedes. Esta muy callada milady, ¿pasa algo? Si la he infectado de mis tristes emociones, dígamelo y me encargaré le devolverle la sonrisa. Aunque pensándolo bien lo haré de todos modos. Cuénteme que es lo que la hace sonreír, ¿como cosecha la felicidad, de donde se sirves u glamour? Su incomparable hermosura es demasiada para estar embarrada por la tristeza

A pesar de todo. se sentía incomodo, inadecuado, inconforme con sus palabras. Se sentía sonrojarse cuando se cruzaba la mirada con ella. A pesar de sus ágiles reflejos y balance impecable, se tropezaba con frecuencia, se chocaba con los arboles. Realmente estaba distraído por esta muchacha. Deseaba su atención, pero sabia muy bien que no debía reclamarla. Anhelaba sus atenciones... pero se dio cuenta de que no sabia como obtenerlas. Habría que improvisar, como siempre. Mal no le había ido. También estaba el problema de la presencia del muchacho. Tendría que hacer un esfuerzo extra para no dar una mala imagen a ambos.

Griselda no estaba triste, no entendía por qué él había pensado eso, pero le parecía mejor que pensara eso a que vislumbrara lo que realmente estaba sintiendo, ni ella lo entendía bien... no era algo malo, de eso estaba segura.
También notó que él estaba genuinamente preocupado por su sobrina, aunque no entendía bien por qué. El Rey Landon era muy buena persona, y decían que quería mucho a su familia, jamás se le podía ocurrir que le hiciera algo malo a su hija... pero sin embargo él era el príncipe y sabía mejor que ella las maquinaciones de la corte ¿Quizás el Rey Landon no era tan bueno como lo pintaban los rumores?

-Muchas gracias por sus palabras mi señor, no estoy triste, y usted tampoco debería estarlo. No sé qué lo habrá llevado a pensar que el Rey podía hacerle algo a su sobrina, pero dudo que él le desee algún mal a su propia hija. Seguramente solo desea que sea feliz. Y con respecto a mí... soy demasiado simple, no necesito mucho para ser feliz, una caminata tranquila por el bosque ya es motivo de felicidad.

Griselda sabía lo que era la guerra, nunca la había vivido, así que en ese sentido estaba bastante lejos de entenderla, sin embargo había estudiado muchos libros como para saber que no era algo grato. Por suerte desde que había nacido no había habido guerras, y solo habían tenido que combatir contra algunas quimeras molestas en el Reino.

-Es fácil encontrar felicidad cuando hay paz en nuestros reinos.

Griselda le sonrió y su sonrisa iluminó la tarde como ninguna otra luz lo hubiera hecho. Si Brandon se había sentido triste o turbado, ya no lo estaba.

Estaba a punto de responderle, de hecho ya había abierto la boca para hacerlo... hasta que ella sonrió...

Brandon se dio de frente contra un árbol, tropezó, se levantó y volvió a tropezar. Ya no tenia control sobre sus sentimientos, sus pensamientos, nada. Ya no tenia nada. Todo lo que le quedaba, todo lo que existía era ese radiante gesto de felicidad.

Se quedó quieto en el piso por varios momentos, casi petrificado, balbuceando, donde lo único que podía hacer era admirar a esta nueva estrella que era mas luminosa que el sol y la luna juntos.

Griselda estaba caminando adelante marcando el camino, Adam iba más atrás y empezó a reírse en silencio cuando vio cómo estaba reaccionando el príncipe. Sabía que no era lo correcto pero no pudo evitarlo. Era obvio que estaba perdiendo el equilibrio debido a su maestra. No era el único que la miraba así y había escuchado a varios decir que era hermosa. Sin embargo, hasta el momento nunca había visto a nadie tropezarse así mientras ella hablaba, y eso le causó mucha gracia.
Griselda que no se había percatado cuando se tropezó con el árbol si notó que se estaban retrasando, así que miró para atrás y vio que el príncipe estaba a punto de caerse. Enseguida estiró la mano para agarrarlo del brazo y evitar la caída.

-¿Mi señor se encuentra usted bien? ¿Está acaso enfermo? Quizás debamos llevarlo con el doctor...- en ese momento notó que Adam se estaba riendo- ¡Adam no te rías! Por favor, andá rápido a la Torre y pedí que venga un doctor a ver al señor- y después dijo dirigiéndose otra vez a Brandon- Va a ser mejor que se siente.

Adam empezó a avanzar hacia la torre y le guiñó un ojo al príncipe, evidentemente el niño se había percatado de todo, no así la bella Troll.

Brandon sabia que estaba mal, que era inapropiado y que seguramente era una falta de etiqueta, sin embargo... Su corazón ardía mas que mil soles que volcó en un beso sobre los turgentes labios de la troll. Nunca había besado con tanta pasión, podía sentir como ella se relajaba.

Griselda no tuvo tiempo ni de reaccionar, en un segundo sus labios y los del príncipe se habían unido en un beso pasional. Estaba claro que no estaba pensando, solo sintiendo, y realmente no era algo que pudiera evitar, el príncipe era muy apuesto y por alguna razón la hacía sentirse segura, la hacía sentirse de una forma que jamás se había sentido antes... Como si todas las barreras que había puesto a su alrededor durante toda su vida se hubieran caído como si nada... ¿Pero cómo podía sentir eso si recién lo había conocido?
Se separó rápidamente del príncipe, y en ese momento toda la racionalidad la invadió. ¡Él era el hermano del Rey! ¿Qué estaba pensando? ¡Tendría que haberlo visto venir, tendría que haberlo evitado!
Después pensó que quizás él solo se había hecho el enfermo y quería aprovecharse de ella, seguramente tenía a todas las mujeres que quisiera en el palacio con él, ella solamente era una más... pero no se sentía así, no sabía por qué pero no podía explicarlo... No, no... ¡Eso era un error!

-Lo siento mi señor...- fueron las únicas palabras que se le vinieron a la mente.

Griselda estaba sumamente turbada, tanto que dejó de mirar al príncipe y empezó a caminar nuevamente hacia la torre. Esperaba que él la siguiera y no hablara, no hiciera preguntas, no se le acercara...

El príncipe se levantó del suelo dirigiéndose inmediatamente hacia ella. La agarro de una mano, forzándola a estar cara a cara. Fijó su mirada en esos ojos que parecían dos cielos abiertos para declararle (tragando saliva):
-Yo...Yo...Yo...Yo... yo soy tuyo- para ese momento, ya era obvio que las emociones la estaban desbordando, y no eran la incredulidad ni el temor ni la desesperanza que demostraba. Se liberó de la mano y se alejó otro tanto pero no llegó muy lejos a causa de que el sidhe la había seguido de cerca, para poder abrazarla

El muchacho estaba haciendo un esfuerzo titanico para mantenerse calmado; lo que le queria decir era muy importante y quería decirlo en la forma mas clara posible, sin tartamudear ni demorarse. Le empezó a susurrar al oído:
-De ahora en mas, solo voy a buscarte a vos. Tus brazos van a ser mi descanso. Donde sea que estés, ahí estará mi corazón. Guarda este collar para que algo de mi (lo diseñe yo personalmente) se quede contigo, para que puedas recordarme. Se saco el collar que tenia puesto hace años, que había sido una de las primeras obras de arte que había hecho y se lo puso alrededor del cuello a la dulce doncella

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este es el collar


@Nike

Griselda no sabía que hacer, todas esas declaraciones la habían descolocado por completo, y no solo eso, la habían hecho sentirse como nunca se había sentido antes... no era que no hubiera estado con otros chicos, pero nunca se había sentido así, como si su pecho le dijera exactamente lo contrario a lo que debería ser. Ella era una plebeya, él un noble y no cualquier noble, era el hermano de su Rey... pero no pudo evitarlo, sabía que no podía evitarlo. No si a él también le estaba pasando lo mismo.
Cuando él la abrazó primero se quedó unos segundos inmóvil, sin saber que hacer, sin saber que decir, pero le correspondió el abrazo, lo abrazó fuerte esperando que no se fuera nunca de su lado... y sabía que eso no era posible. Él ni siquiera vivía en el mismo reino.
Supo que ese amor la iba a hacer sufrir, supo que ese amor iba a ser su perdición, y aún así no le importó.
Él le puso el collar alrededor del cuello y supo que a partir de ese momento, sus vidas ya no iban a ser las mismas. A partir de ese momento sus destinos estarían unidos para siempre, en las buenas, y en las malas...

[POST CERRADO]